La Selecta playera, lo que tenemos y lo que nos falta

El fútbol playa salvadoreño nos sigue llenando de ilusión; por ello, esta última eliminatoria caló hondo, pero ya es momento de la autocrítica.

Coincido con todos en que a esta selección de fútbol playa es poco o casi nada lo que pueda reclamárseles por haber quedado eliminados, nuevamente, en una ruta mundialista. Los muchachos y el profe Rudis González Gallo hicieron su esfuerzo, jugaron buenos partidos, nos dieron buenas jugadas, golazos para todos los gustos, nos llenaron el espíritu y alimentaron la esperanza de una nueva clasificación mundialista.
Y quizá ese sea el pecado de González Gallo y compañía: nos han acostumbrado a sentirnos ganadores, favoritos, que somos competitivos en la arena, que El Salvador es potencia en fútbol playa en CONCACAF (que lo es) y por eso hoy hay tristeza, que no frustración.

No se valen comentarios como “ahora hasta en fútbol playa”, “se acabó el ciclo de Rudis Gallo”, “otra vez lo mismo”, etc., etc. No, no es justo con un entrenador (y sus auxiliares) y menos con unos muchachos todo corazón, porque si hay unos atletas que juegan con orgullo son los seleccionados de fútbol playa.

Pero, como se trata de que un combinado de muchachos entra a una competición deportiva, hay cosas que señalar que a juicio de este servidor pesaron en el resultado final de la participación de El Salvador en el eliminatorio rumbo a Dubái 2023.

Desde el primer partido ante islas Turcas y Caicos, pasando por los enfrentamiento ante Guadalupe, Costa Rica y Guatemala, el bajo rendimiento en la portería me dejó dudas, lo que ante un equipo mejor estructurado como el de Estados Unidos fue más evidente porque El Salvador no tuvo lo suficiente en ese rubro con un portero fuera de forma y otro de un nivel no apto para la competición internacional.

Luego, el poco peso ofensivo nuestro, y me refiero al biotipo del jugador salvadoreño, estuvo en clara desventaja ante los estadounidenses en el uno contra uno, vital en esta disciplina. Sin embargo, este renglón puede ser compensado con las acciones rápidas del jugador de mejor peso, pero se notó que al jugador de La Selecta playera le faltó oficio.

Otro aspecto, lo mental. Vimos a una selección salvadoreña de fútbol playa nerviosa y ansiosa, a la juventud que presentó El Salvador, llena de mucha capacidad individual y colectiva, le pesó el escenario grande, llegar a una instancia decisiva frente a uno de los mejores tres equipos de la región, ante otro favorito, ante un rival que ya nos había dejado en el camino antes.

¿Que el profe Rudis González Gallo deba irse? No lo creo, sería un desacierto. ¿Qué hay que sentarse con él y analizar, concluir, replantear, insistir en lo que hace falta, buscar evolucionar? Definitivamente que sí. El profe es el especialista y amplio conocedor en la materia, sabe en donde nos aprieta el zapato en el fútbol playa, sería imperdonable apartarlo. Al menos no por ahora.

En ese sentido, el análisis debe partir viendo nuestras debilidades y trabajar en ellas. Los responsables de preparar a estos muchachos no deben conformarse con el nivel que muestran en la liga local (que dicho sea de paso gran mérito del INDES por mantener activa la liga) que ciertamente tiene también sus falencias para el crecimiento y desarrollo de los jugadores.

Ahora ¿qué es lo que se puede hacer? Dar a los seleccionados roce internacional a corto y mediano plazo. Muchos podrán decir “pero fulano y zutano han jugado eliminatorias”, es cierto, pero las eliminatorias no son todos los años ni cada tres meses, y la liga local no da el nivel que se requiere para juegos internacionales. No basta con concentrar y entrenar. En su momento, la selección de fútbol playa se concentraba, jugaba copas internacionales en el país y afuera antes de jugar eliminatorias, de ahí los éxitos alcanzados.

Está bien claro que El Salvador está muy a la par de México y Estados Unidos para situarse como uno de los tres mejores equipos de la región, pero también es muy claro que ahora estadunidenses y mexicanos se preparan para ganarnos, saben que no somos cosa fácil, entonces, nuestra preparación debe cambiar también.

Renglón aparte merece el calendario de juegos de este Premundial, uno que a todas luces fue estructurado para que México no se viera en ninguna fase del torneo ni con salvadoreños ni con estadounidenses, pero ya sabemos que el lobby de los aztecas viene de años, algo que a nosotros nos hace mucha falta.

Por Orestes Membreño
Periodista deportivo
Colaboración especial para Revista La Selecta

(*) Las opiniones vertidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, el pensamiento de nuestra revista.

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