¡Ya basta!

La reciente derrota (y penosa) de la selección nacional ante Japón vuelve a destapar males de nuestro fútbol que creía que con Hugo Pérez estaban por superarse.

Uno es la actitud de los jugadores, que es donde empiezan los pesares de nuestro fútbol cuando sale a la cancha.

Ver a jugadores riéndose cuando se guardaba un minuto de silencio, otro que ingresa de cambio con una sonrisa de oreja a oreja (ya se perdía 3-0), otros que pegan un saltito antes de hacer un pique, un cambio de orientación, un giro para buscar mejor ubicación o para ir a la marca denotando una pose de divos que no les va, es algo que ya no puede soportarse.

Esas y otras situaciones, que son producto de una mala formación, creíamos que, con la llegada de Hugo Pérez, antes, y de Mauricio Cienfuegos, después, ya no deberían sucederse, pero la selección y el fútbol salvadoreño siguen padeciendo de la existencia de jugadores irresponsables, indisciplinados y faltos de carácter que no saben ni se ponen a dimensionar lo que significa y representa ponerse el uniforme de una selección nacional, ser embajador deportivo de un país.

Y como el deporte no perdona, la lavada de cara que les dio Japón los devolvió a su cruda realidad, y mientras no vuelvan a tener una mejor actuación, que no un mejor resultado, seguirán callados y con cierto baño hipócrita se humildad, porque media vez vuelvan a tomar aire, ahí los tendremos sacando pecho.

De eso y más sí es responsable el cuerpo técnico, que es el que debe inculcar respeto y compromiso a los jugadores. Respeto por el deporte mismo, por ellos mismos, por ser figuras públicas y que deben ser los abanderados cuando de dar el ejemplo de seriedad, disciplina y de deber se trata.

En lo meramente desarrollo del juego hay muy poco que decir. Planteo pobre, actuación individual y colectiva miserable. Aquí tiene mucho que ver el seleccionador al alinear jugadores que poco han jugado en sus equipos y a otros que los hace jugar dos o tres posiciones ¡en el mismo partido!

Hugo Pérez no tiene hoy excusas, ni siquiera «el culpable soy yo». Ha tenido tiempo y mucho recurso para preparar este partido (y la gira misma) y el desempeño del combinado nacional fue lamentable. De hecho, caló hondo.

Creo que a Hugo Pérez le ha faltado poner un poco los pies en la tierra, especialmente, la que anda pisando hoy por hoy.

Y por los vientos que soplan estamos a las puertas de repetir historias lejanas y recientes – deportivas y administrativas – alrededor de la selección nacional con tintes de escándalo.

No se vislumbra nada bueno si las cosas no mejoran a partir del amistoso en Corea del Sur, que de repetirse lo de Japón, el plantel que llegará a la Copa de Oro lo hará con la moral desinflada y una penosa actuación en Estados Unidos activará la cuenta regresiva del cronómetro de un explosivo.

La de nunca acabar. ¡Ya basta!

Por Orestes Membreño
Periodista deportivo
Colaboración especial para Revista La Selecta

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